viernes, 11 de abril de 2014

El RUGIDO DE LAS BESTIAS

Los acordes chillaban de dolor. El guitarrista tocaba su instrumento con la facilidad con la que cualquier persona parpadeaba. Sus movimientos eran placenteros y fluidos.  El vocalista a su lado, parecía volverse loco tratando de devorar el micrófono con su profunda voz. Cada nota entonada competía con el ronroneo de la pantera más fiera.

Las víctimas de los músicos  se habían dejado someter, y bailaban sumisas al son de sus rugidos burbujeantes.


No reinaba otro deseo en el ambiente más que el de perder la cordura. Cosa que parecía ir sobre ruedas.  Sus estatus de humanos, habían sido ocultados por una cortina de aspecto animal. Y al cielo solo aullaban bestias ahora.