domingo, 23 de marzo de 2014

MADRE NATURALEZA


Decían que tenía manos de hada, textura de seda y la mirada de un océano infinito. Que su voz tocaba el alma de quién la escuchaba, que su risa provocaba la más divina de las sensaciones, y que sus lágrimas sabían a cielo. 

Quien la tocaba, no podía olvidar ese hecho, quien la miraba era  incapaz de borrar su imagen de sus recuerdos para el resto de sus días.

 Sus labios, recordaban a los pétalos de una rosa y su cuerpo, a la delicada figura de una bailarina encerrada en una caja de música. Cada movimiento que realizaba, cada parpadeo y cada bocanada de aire, daba vida a un bosque entero. De sus pies descalzos se desprendían flores silvestres. 

La magnitud de su belleza sin embargo, podía ser derribada con tan solo un soplido de aire tóxico.






sábado, 1 de marzo de 2014

EL SACRIFICIO DE UNA ESTELA

Podría haber sido la princesa de los cielos, venerada y envidiada por el brillo tenue de sus hermanas, y cuidada por la tez albina de su madre.

 ¿Pero qué importaba un cargo de aquel calibre cuando corría el riesgo de que su luz la cegara?

 Había oído historias, historias sobre princesas, princesas que habían sido devoradas por su propio fulgor y sometidas a la más hambrienta de las oscuridades. Por aquello mismo y por mucho más, ella no había deseado reinar sobre lo inexplorado sino explorar lo inexplorado. 

Así pues, en un acto suicida, se decantó por descender de los cielos desembarazándose de lo único que habría podido hacer de ella una princesa de la Luna: su fulgor. 

La estrella pasó a ser una estrella fugaz en un arrebato demencial. Su viaje la llevó a lo más profundo del océano y, entre el reflejo del oleaje, consiguió advertir su verdadera forma.

 De ese modo, supo que el sacrificio de su estela no había sido en vano, que la extinción de sus sueños por otro mayor había merecido sus lágrimas fosforescentes.